miércoles, 16 de diciembre de 2009

Pensamientos inconexos

Una vez tuve una pesadilla con Uma Thurman. Salía del mar, desnuda, y me perseguía por toda la playa con aviesas intenciones. Así toda la noche. Todavía me dan escalofríos cuando lo recuerdo. Reconozco que no he podido volver a ver una película suya desde entonces. Afortunadamente Uma no ha vuelto a rodar una película que haya lamentado no ver.



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Creo fervientemente que existen dos clases de hombres en el mundo: aquellos en cuya casa manda su mujer y aquellos en cuya casa se creen que mandan ellos. Yo estoy en el primer grupo.



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Recientemente mi madre estuvo más cerca de ver realizada una fantasía erótica de lo que yo estaré jamás. Y no, las palabras madre y fantasía erótica no deberían coincidir nunca en una frase, ni siquiera en un párrafo. Se encontraba tumbada en el sofá de su casa, viendo la telenovela de mediodía, cuando dos fornidos bomberos llamaron a su ventana. El susto fue de órdago ya que mi madre vive en un sexto piso. Finalmente sólo iban a comprobar el estado de una piedras en la fachada. Debe ser como si yo viera aparecer por mi ventana a Keira Knightley y Scarlett Johansson. Creo que voy a ir a tumbarme al sofá, por si acaso.



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Hace poco que estoy en paro y aún no sé muy bien como funciona esto pero ¿es normal que en las fechas que estamos aún no me hayan dicho nada de la cena de Navidad? Supongo que conseguir restaurante para cuatro millones de personas debe ser difícil. Por cierto ¿mandan caja o jamón?. Lo siento, llevo haciendo el chascarrillo en las últimas comidas familiares y sólo me faltabais vosotros. Otro día cuento el origen.


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Hablando de Navidad. Sé que lo "in" es decir que estas fiestas son un coñazo, que Feliz Falsedad, que son un invento de El Corte Inglés, etc, etc... Pero yo me niego. Me encanta la Navidad. Desde siempre y para siempre y ahora, con niñas, más todavía. Me gusta montar el árbol, siempre el 8 de diciembre, mientras suena el mismo CD de villancicos de todos los años. Me gustan las luces en las calles, hasta las de los grandes almacenes. Me gustaba cenar con mis compañeros de trabajo aunque el resto del año discutiéramos. Por gustarme, me gusta hasta asistir a la misa del gallo el día de Nochebuena a oír cantar a mi mujer en el coro (esto último lo negaré rotundamente si lo comentáis por ahí). Sólo un pero: los reyes magos molan, Santa Claus es un gordo borracho importado.


jueves, 3 de diciembre de 2009

La fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar

Vosotros no sabéis lo dura que es la fama, Belén Esteban y yo sí. Vosotros no sabéis lo difícil que es saberte el centro de todas las miradas, Paquirrín y yo sí. Vosotros no sabéis lo agotador que es tardar una hora en recorrer un trayecto de 1000 metros porque todo el mundo se para a hablar contigo, Cristiano Ronaldo y yo sí.


Desde que nacieron mis hijas mellizas salir a la calle se ha convertido en una aventura. Un carro gemelar, aparte de ser incómodo de la ostia, ejerce un poder atrayente sobre todo aquel que se encuentre en un radio de 100 metros que ríete tú de la gravedad en Júpiter. De repente todo el mundo siente la imperiosa necesidad de acercarse a ver a tus hijas ¿por qué? Porque son dos. ¿Y qué más da que sean dos si en la misma plaza hay cientos de niños? Pues si, pero estas van juntas y eso, por lo visto, conmociona al personal.
Y ya no es solo que te paran, es que encima opinan. Y uno traga con que le digan lo guapas que son sus hijas, porque es verdad, pero que se compadezcan de ti porque es muy duro criar a dos a la vez pues toca un poco los ...
Otra cosa que he descubierto es que los mellizos o padres de mellizos tienen la imperiosa necesidad de ir anunciando su condición a la menor oportunidad. En cuanto ven el carro te paran y te sueltan eso de "yo también soy gemelo" o "yo también tengo dos". El otro día entré a una casa particular a comprar miel y la dueña hizo salir a sus hijos, gemelos por supuesto, para que los viera. Los pobres niños debían sentirse como una atracción de feria (¡ admiren a los increíbles niños gemelos y dentro de un rato la mujer barbuda!).
Otra costumbre cachonda es la de comentar que ahora se ven muchos gemelos, como si fuera una moda o una enfermedad. A ver si en lugar de por la gripe A la humanidad acaba extinguiéndose por una invasión de mellizos asesinos. Por cierto, ¿se apiadarían de sus padres?.
En fin que ahora comprendo a los famosos. Que la primera vez que te paran te hace gracia y firmas a gusto los autógrafos pero, con el tiempo, acabas harto y contratas a un guardaespaldas para que le parta la cara al primero que se cruce en tu camino. Que dura es la fama ¿verdad Jesulín?