Una vez tuve una pesadilla con Uma Thurman. Salía del mar, desnuda, y me perseguía por toda la playa con aviesas intenciones. Así toda la noche. Todavía me dan escalofríos cuando lo recuerdo. Reconozco que no he podido volver a ver una película suya desde entonces. Afortunadamente Uma no ha vuelto a rodar una película que haya lamentado no ver.
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Creo fervientemente que existen dos clases de hombres en el mundo: aquellos en cuya casa manda su mujer y aquellos en cuya casa se creen que mandan ellos. Yo estoy en el primer grupo.
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Recientemente mi madre estuvo más cerca de ver realizada una fantasía erótica de lo que yo estaré jamás. Y no, las palabras madre y fantasía erótica no deberían coincidir nunca en una frase, ni siquiera en un párrafo. Se encontraba tumbada en el sofá de su casa, viendo la telenovela de mediodía, cuando dos fornidos bomberos llamaron a su ventana. El susto fue de órdago ya que mi madre vive en un sexto piso. Finalmente sólo iban a comprobar el estado de una piedras en la fachada. Debe ser como si yo viera aparecer por mi ventana a Keira Knightley y Scarlett Johansson. Creo que voy a ir a tumbarme al sofá, por si acaso.
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Hace poco que estoy en paro y aún no sé muy bien como funciona esto pero ¿es normal que en las fechas que estamos aún no me hayan dicho nada de la cena de Navidad? Supongo que conseguir restaurante para cuatro millones de personas debe ser difícil. Por cierto ¿mandan caja o jamón?. Lo siento, llevo haciendo el chascarrillo en las últimas comidas familiares y sólo me faltabais vosotros. Otro día cuento el origen.
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Hablando de Navidad. Sé que lo "in" es decir que estas fiestas son un coñazo, que Feliz Falsedad, que son un invento de El Corte Inglés, etc, etc... Pero yo me niego. Me encanta la Navidad. Desde siempre y para siempre y ahora, con niñas, más todavía. Me gusta montar el árbol, siempre el 8 de diciembre, mientras suena el mismo CD de villancicos de todos los años. Me gustan las luces en las calles, hasta las de los grandes almacenes. Me gustaba cenar con mis compañeros de trabajo aunque el resto del año discutiéramos. Por gustarme, me gusta hasta asistir a la misa del gallo el día de Nochebuena a oír cantar a mi mujer en el coro (esto último lo negaré rotundamente si lo comentáis por ahí). Sólo un pero: los reyes magos molan, Santa Claus es un gordo borracho importado.