Enric era mi vecino. Pared con pared, como se suele decir. Tenía parálisis cerebral y vivía anclado a una silla de ruedas desde que nació, hace 13 años. El pasado 1 de agosto Enric murió. Desconozco las causas exactas pero asumo que su enfermedad tenía consecuencias aparte de las obviamente visibles.
Me enteré una semana tarde. Me encontré por casualidad con su madre que me lo dijo. Estaba entera, pero su cara reflejaba las lágrimas que había derramado. Hace apenas un año no habría sido capaz más que de tratar de imaginar el dolor que siente. Ahora puedo imaginarme en su lugar y, solo haciéndolo, siento un tremendo vacío en el estomago.
Me preguntó por mi hijas y yo, que en cualquier otro momento hubiera ejercido de orgulloso padre mostrando fotos y explicando avances, sorteé la cuestión con rapidez casi avergonzado de mostrarle mi felicidad en estos momentos de dolor para ella.
Al menos un consuelo dijo tener, si así se puede considerar. Se sentía reconfortada de saber que su hijo se iba a reunir, allá donde fuera, con su padre y su hermana. Yo conocía su condición de viuda pero no que ya hubiera perdido una hija con anterioridad. En apenas 40 años ella ha pasado más momentos dolorosos que muchos en toda una vida.
Dice la sabiduría popular creyente que Dios aprieta pero no ahoga. Me inclino por pensar, parafraseando al dúo Gomaespuma que Dios, cuando aprieta, ahoga pero bien.
Me enteré una semana tarde. Me encontré por casualidad con su madre que me lo dijo. Estaba entera, pero su cara reflejaba las lágrimas que había derramado. Hace apenas un año no habría sido capaz más que de tratar de imaginar el dolor que siente. Ahora puedo imaginarme en su lugar y, solo haciéndolo, siento un tremendo vacío en el estomago.
Me preguntó por mi hijas y yo, que en cualquier otro momento hubiera ejercido de orgulloso padre mostrando fotos y explicando avances, sorteé la cuestión con rapidez casi avergonzado de mostrarle mi felicidad en estos momentos de dolor para ella.
Al menos un consuelo dijo tener, si así se puede considerar. Se sentía reconfortada de saber que su hijo se iba a reunir, allá donde fuera, con su padre y su hermana. Yo conocía su condición de viuda pero no que ya hubiera perdido una hija con anterioridad. En apenas 40 años ella ha pasado más momentos dolorosos que muchos en toda una vida.
Dice la sabiduría popular creyente que Dios aprieta pero no ahoga. Me inclino por pensar, parafraseando al dúo Gomaespuma que Dios, cuando aprieta, ahoga pero bien.
3 comentarios:
Esperaba leer algo sobre el Dúo Dinámico, y aquí estoy, con el ánimo hecho ciscos y, como tú dices, casi avergonzado porque, por ahora, mi vida transcurre sin grandes sobresaltos.
Hay veces que la vida parece cebarse con determinadas personas. Ahora diré aquello de que dan lecciones con su entereza y su resignación, buscando siempre algo en que agarrarse para seguir vivos, para tener ilusión. A saber qué haríamos nosotros. Perder a mi mujer. Perder a mis dos hijos. No puedo ni imaginármelo.
Dentro de unos días llegará el Duo Dinámico. No desesperes.
Uno de los efectos secundarios de ver crecer la familia es, sin duda, que aparece el miedo a perderlos. No creo haber tenido jamás tantas pesadillas como en los últimos ocho meses.
Me consuela saber que no me ocurre a mi solo
Creía hace años que con el tiempo me haría duro como una roca pero veo que me vuelvo vulnerable y temeroso.
Los golpes que recibo en mi entorno familiar hacen tambalear todo tipo de convicciones.
Si, parece que ahoga.
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