El pasado domingo fue mi sexto aniversario de boda. Debería decir nuestro sexto aniversario de boda porque uno, de momento, no puede casarse solo. Resumiendo mucho diré que han sido cinco años y medio muy buenos con unos últimos seis meses exultantes. Duros pero increíbles.
Para conmemorar tan grato evento mi señora ha tenido a bien regalarme un bonito reloj, elegido por ella en persona, y servidor le ha correspondido con un elegante bolso elegido, por supuesto, por ella en persona. Así no hay error posible.
Hoy quiero centrarme en el reloj. Tengo bastante debilidad por ellos. Hasta donde me alcanza la memoria me recuerdo llevando o queriendo llevar uno. Y, ya en la actualidad, tengo varios, tanto digitales como analógicos, cuidadosamente guardados en sus cajas esperando el momento de ser utilizados. Lo curioso del caso es que mi padre, al que se supone que debo parecerme, se ha vanagloriado toda su vida de no haber llevado jamás un reloj y, a pesar de ello, no haber llegado tarde nunca. Puedo dar fe de lo primero y lo segundo, por falta de testimonios en contra, lo daremos por bueno.
Tirando de este hilo voy a filosofar: ¿Elegimos en qué vamos a parecernos a nuestros padres y en qué nos diferenciaremos? ¿Tomamos algunas decisiones en nuestra vida no ya por no parecernos sino, incluso, por diferenciarnos de ellos? ¿Que copiarán de nosotros nuestros hijos?. Quien quiera que conteste.
En mi opinión elegimos en qué nos diferenciaremos, por ser ésta una actitud consciente, pero no en qué nos pareceremos. Al cabo de los años te sorprendes a ti mismo repitiendo gestos o actitudes de tu padre y no queda mas remedio que sonreír ante lo inevitable.
La segunda pregunta es más compleja. A veces por tratar de no repetir errores ajenos cometemos otros mayores. Un padre (y una madre) es como un ser superior a ojos de un hijo, como Florentino Pérez pero sin traje ni dinero. Probablemente uno de los días más triste en nuestra vida fue aquel en el que descubrimos que nuestros padres no eran perfectos, no tenían respuesta para todo ni fuerza infinita. Otro día gris será aquel en el cual nuestros hijos hagan el mismo descubrimiento.
La tercera pregunta, por suerte o por desgracia, no tiene respuesta.
De momento puedo decir que he heredado de mi padre a Serrat y Sabina, aunque he desechado la Zarzuela. Me he quedado con la afición por el deporte aunque en lugar de verlo en el sofá prefiero practicarlo. Por supuesto, me he negado al tabaco. Tenemos similares conceptos de la política y la religión aunque él es bastante mas vehemente que yo defendiéndolos. Y creo que, por encima de todo, he heredado una visión positiva de la vida que con lo que nos ha llovido, sobretodo a él, no es poco.
Para conmemorar tan grato evento mi señora ha tenido a bien regalarme un bonito reloj, elegido por ella en persona, y servidor le ha correspondido con un elegante bolso elegido, por supuesto, por ella en persona. Así no hay error posible.
Hoy quiero centrarme en el reloj. Tengo bastante debilidad por ellos. Hasta donde me alcanza la memoria me recuerdo llevando o queriendo llevar uno. Y, ya en la actualidad, tengo varios, tanto digitales como analógicos, cuidadosamente guardados en sus cajas esperando el momento de ser utilizados. Lo curioso del caso es que mi padre, al que se supone que debo parecerme, se ha vanagloriado toda su vida de no haber llevado jamás un reloj y, a pesar de ello, no haber llegado tarde nunca. Puedo dar fe de lo primero y lo segundo, por falta de testimonios en contra, lo daremos por bueno.
Tirando de este hilo voy a filosofar: ¿Elegimos en qué vamos a parecernos a nuestros padres y en qué nos diferenciaremos? ¿Tomamos algunas decisiones en nuestra vida no ya por no parecernos sino, incluso, por diferenciarnos de ellos? ¿Que copiarán de nosotros nuestros hijos?. Quien quiera que conteste.
En mi opinión elegimos en qué nos diferenciaremos, por ser ésta una actitud consciente, pero no en qué nos pareceremos. Al cabo de los años te sorprendes a ti mismo repitiendo gestos o actitudes de tu padre y no queda mas remedio que sonreír ante lo inevitable.
La segunda pregunta es más compleja. A veces por tratar de no repetir errores ajenos cometemos otros mayores. Un padre (y una madre) es como un ser superior a ojos de un hijo, como Florentino Pérez pero sin traje ni dinero. Probablemente uno de los días más triste en nuestra vida fue aquel en el que descubrimos que nuestros padres no eran perfectos, no tenían respuesta para todo ni fuerza infinita. Otro día gris será aquel en el cual nuestros hijos hagan el mismo descubrimiento.
La tercera pregunta, por suerte o por desgracia, no tiene respuesta.
De momento puedo decir que he heredado de mi padre a Serrat y Sabina, aunque he desechado la Zarzuela. Me he quedado con la afición por el deporte aunque en lugar de verlo en el sofá prefiero practicarlo. Por supuesto, me he negado al tabaco. Tenemos similares conceptos de la política y la religión aunque él es bastante mas vehemente que yo defendiéndolos. Y creo que, por encima de todo, he heredado una visión positiva de la vida que con lo que nos ha llovido, sobretodo a él, no es poco.
2 comentarios:
Nunca dudé que tuvieses un gusto excelente a la hora de elegir regalos.
Procedadmos.
¿Elegimos en qué vamos a parecernos a nuestros padres y en qué nos diferenciaremos?
Evidentemente, no. Cada vez me parezco más a mi padre y no me gusta nada y procuro evitarlo, pero es difícil luchar contra la naturaleza.
¿Tomamos algunas decisiones en nuestra vida no ya por no parecernos sino, incluso, por diferenciarnos de ellos?
Seguro. ¿Cuántas cosas hemos hecho a disgusto únicamente por complacerlos? ¿Cuántas cosas hemos dejado de hacer por no disgustarlos?
¿Que copiarán de nosotros nuestros hijos?
No quiero que copien nada de mí. Sólo quiero que sean felices. Sólo quiero que mis hijos sepan que su padre está y va a estar siempre. No soy su amigo. Soy su padre, con todo lo que ello significa. Yo no tengo la fórmula (cosa que mi padre si piensa que tiene. Podría escribir sobre mi padre tomos y tomos). Sólo soy más viejo. Y los quiero. Los quiero mucho.
No es dificil luchar contra la Naturaleza, es imposible. pero no creo que sea malo, en sí mismo, acabar pareciendote a tu padre. Salvo que tu padre sea el estrangulador de Boston
Completamente de acuerdo en evitar la confusión amigo/padre. Las series americanas han hecho mucho daño en ese sentido.
No alcanzas a saber lo que te han querido tus padres hasta que tú mismo lo eres.
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