martes, 7 de abril de 2009

Al talego

Hoy me he levantado intransigente, intolerante. Pelín cabrón, vamos.
Hoy he pensado mandar a alguno al talego en plan "ahí te pudras". No dos años, ni cinco ni diez, sino hasta que a mi me dé la gana. Y da gracias que no me decido a proponer la guillotina en plaza pública como método de escarmiento. Ya os digo que hoy tengo el cabrón subido.
A bote pronto se me ocurren algunos voluntarios: taxistas y camioneros, por razones obvias; todos los presidentes de Real Madrid posteriores a Ramón Mendoza, particularmente uno pero es un tema personal entre él y yo (ya te pillaré otro día) o los padres de los niñatos a los que ahora les ha dado por ir enseñando el calzoncillo entero, con su culo y todo, por encima del pantalón. Todos estos me valdrían, digo, pero me centraré en otro tipo.
Nuestro protagonista de hoy será el guionista de los anuncios de CCC, los de la radio, particularmente los que tienen que ver con la construcción. Todos los anuncios de esta empresa me despiertan vergüenza ajena pero los de construcción me ponen de una mala leche brutal. Será porque es mi ámbito de trabajo y sé cómo está el percal.
Hay uno que me trae loco: un pipiolo, con voz de estar aún en edad de practicar contumazmente el onanismo, le comenta a otro que, gracias al curso en cuestión, le van a hacer encargado de obra en un santiamén, que se lo ha dicho su jefe. Pobre infeliz. Conozco cuadrillas de encofradores que desayunan pardillos de estos todos los días acompañados del tercer sol y sombra de la mañana; el mío sin hielo, chata.
El que escribe estos anuncios no ha visto una obra ni de lejos. No conoce la mezcla de seres que la pueblan, cada uno con su nacionalidad, su raza, su credo y sus historias. Aunque, en mi opinión, el obrero de la construcción ya constituye una raza en si misma (me extenderé sobre esto otro día, lo prometo).

Querido estudiante de CCC:
No es que quiera joderte la ilusión pero alguien te lo tenía que decir. Entre tú y un encargado de obra gordo y cincuentón, borracho, putero, jugador y que probablemente le robará a la empresa con las horas y los materiales (tu no lo harás porque no sabes) la empresa elegirá al otro, seguro. Entre otras cosas porque lleva más mili que el palo de la bandera y se las sabe todas, las buenas y las malas. Lo siento, chaval.
Así son las obras y así te las hemos contado.

4 comentarios:

El Impenitente dijo...

Tan difícil, y eso no te lo voy a descubrir, es encontrar un buen jefe de obra como un buen encargado de obra.

Pero, oye, a lo mejor ese curso es buenísimo y el que lo aprueba da sopas con hondas a todos los perros viejos con treinta años de experiencia.

Y, además, cuando sale de trabajar, se echa Axe y se folla a todo lo que se menea.

Y luego se compra el Runners wold y sigue sus consejos y se compra unas Saucony y una hora en media y dos diez en maratón. Y sin entrenar.

La vida es muy sencilla. Apenas se requiere esfuerzo.

GARRATY dijo...

El encargado perfecto existe: mi mujer. No veas que capacidad de organización y, sobretodo, que dotes para el mando.
El buen jefe de obra no existe, es una leyenda urbana.

El Impenitente dijo...

Yo he conocido algún jefe de obra casi perfecto. Y a unos cuantos encargados de obra pluscuamperfectos.

Mi mujer no le anda a la zaga a la tuya. Organizada, quizá menos, pero autoritaria y mandona...la leche.

Altosybajos dijo...

Resumen: Ellas son las reinas de la creación.
Paciencia